A finales de 1997, la directiva de Universitario empezó a delinear el equipo que buscaría ganar el campeonato que era esquivo desde 1993. Por aquella costumbre de fichar antes que llegue un técnico, se contrató a un delantero brasilero que había jugado ese año en el descendido Alcides Vigo Hurtado. A Eduardo Esidio, se le presentó de inmediato, y el jugador se tomo fotos con la camiseta merengue para todos los diarios. La promesa era hacer goles, y no defraudar como Gabriel Silvera y el paraguayo Daniel Navarro lo habían hecho aquella campaña.
Osvaldo Piazza, fue presentado como técnico a comienzos de 1998. De inmediato pidió la contratación de Mauro Cantoro y Diego Gross –jóvenes atacantes del Vélez argentino-, al no sentirse conforme con Edú y Roberto Farfán. Si aquello ya era complicado, la cosa empeoró cuando el brasilero desapareció de Lima, las informaciones lo ubicaban en su natal Sao Paulo. La versión oficial del cuadro de Odriozola era que ‘el jugador no había superado las pruebas físicas’, por lo que había regresado a su país. Sin embargo, alguien rompió la confidencialidad, y los diarios publicaron la verdad: ‘el jugador era portador del VIH, y el club lo había echado’.
La presión fue mediática, y ante el repudio por tal acto de discriminación, el club cambió de postura. Los médicos declararon que ‘mientras esté saludable no tendría problemas en la parte física y que las posibilidades de contagio por contacto eran casi nulas’. De inmediato la FIFA habilitó al delantero y este se reincorporó a la disciplina merengue.
Siempre se especuló con que Esidio era resistido por Piazza, y que nunca lo pudo sentar pues el brasilero respondió con goles a la oportunidad que tuvo. Lo cierto, es que aunque llegó otro delantero –un argentino llamado Aníbal Alfredo González-, Edú fue titular y pieza importante en la obtención del título de aquel año. En la definición de los Play Off ante Cristal –donde jugaba su primo Nilson Esidio- anotó el quinto y último penal que le dio a Universitario su vigésimo segundo campeonato.
En 1999, y con contrato renovado, siguió rompiendo redes. Bajo la dirección primero de Miguel Company y luego de Roberto Challe, se proclamó bicampeón nacional, dando aquella recordada vuelta olímpica en Matute. Esidio era bendecido, sin duda alguna, por Dios –a quien se había entregado por completo en 1995-. Sobre ello, alguna vez dijo: ‘Cuando hago el gol y me levanto el polo demuestro mi fe hacia El. Es un mensaje para el público, para que sepa que hay alguien que te puede ayudar’.
Está claro que el mejor año de Edú en Universitario fue el 2000, y no sólo por el tricampeonato –primero en la historia crema-, si no porque logró convertirse en el goleador con más anotaciones en un año, siendo 37 los gritos del brasilero –cifra que hasta el día de hoy no ha podido ser superada-, e incluso a poco quedó de ser el goleador mundial ya que fue superado en dos tantos por el brasilero Jardel del Oporto. Cabe resaltar, que marcó los 37 goles en 37 partidos jugados, dando un promedio de 1 gol por partido.
Aquella celebración del tricampeonato marcó la despedida de Esidio de la “U”. A mediados de año el brasilero sólo había renovado el vínculo por seis meses, dada la difícil situación económica que se atravesaba, y quizás pensando en que tenía un record a la vuelta de la esquina que lo revalorizaría en el mercado internacional. Pero la oferta que llegó y aceptó fue de Alianza Lima, quien lo fichó para su centenario. Ya en plena vuelta olímpica, Edú se había abrazado del técnico Challe, y le anticipó de su partida, que se hizo oficial tres días más tarde ante la sorpresa del aficionado crema.
Del paso de Esidio por la vereda del frente, poco se puede decir. Nunca fue el mismo, y la luna de miel duró poco. Se marchó a fin de año sin poder habernos anotado, pese a que tuvo la oportunidad de hacerlo en el Apertura 2001, pero falló el disparo desde los doce pasos.
Es a mediados del 2002, y con Piazza nuevamente como técnico, que Eduardo Esidio regresa a Universitario. La meta era quedar entre los seis primeros para luchar la definición del título a fin de año. El objetivo no se cumplió y los pocos goles anotados –además de lo resistido que era por la hinchada- no justificaron una renovación.
El 2003 jugó en el Botafogo de Ribeirão Preto de su país, y a fines de ese mismo año se retiró del fútbol. Hincha de Corinthians, también jugó por União São João, Juventus de São Paulo, Marília, Paulista y Uberlândia.
Hace casi un año, en una entrevista concedida a un medio peruano, con motivo de la definición del título que ganara Universitario ante Alianza, se le preguntó a Esidio por su favorito. La respuesta diplomática del brasilero fue: 'me siento un poco más identificado con la camiseta crema, le tengo más cariño’.
Hoy, nosotros nos preguntamos si Eduardo Esidio en realidad hizo el negocio de su vida a fines del 2000. Es sabido que por su enfermedad necesitaba ganar la mayor cantidad de dinero posible, pero quizás hubo un error de cálculo. Edú en dos años –jugando a un nivel aceptable en la “U”- pudo ganar lo mismo que ganó en Alianza en un año, y además ser ídolo del club. No se hubiera retirado el 2003, pues se le hubiera mantenido en el club algún tiempo más, en agradecimiento. Se habría quedado a vivir en Lima, y tendría aquella escuela de fútbol como era su deseo. Incluso, hubiera tenido una despedida sentimental a la que habrían asistido los tricampeones. Pero el fútbol es así, y hoy sólo se le recuerda como el goleador del tricampeón que cruzó la vereda en tres días.
1 comentarios:
Que más datos tienes sobre la venida de Esidio en el 2002. Hace poco me enteré que volvio ese año pero solo por el Clausura, nunca lo supe. He leido que solo hizo un gol (de penal en cusco, derrota 5-2). Qué más datos tiene? ese año se le noto mucho más flaco de lo normal, porque alianza no le renovó?
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